herejías de la necesidad
¿Qué se dice en esa situación?. Si el enemigo detectó cada punto de defensa y es hábil para desactivar los radares... ¿Qué se hace?... No quería rendirme sino resistir,aunque la voz de Bono desde los parlantes me gritara sabia... I love you cause I need to, not because I need you..."
Me quedé vacía. Él se apoderó de mí y una parte anhelaba negar ese deseo repentino, pero la otra mitad me cuestionaba la cobardía. Me hormigueaba el vacío, como si algún huracán me hubiese volado el interior.
Busqué una silla donde desmoronarme y desde allí oí el murmullo de las voces fiesteras, las risas, la música. Observé los galanteos, los chismes y el ritmo atemporal de esos pueblerinos amigables.
Perdí la noción horaria y espacial. Mi fibra se recuperaba lento, pidiéndome clemencia, porque estaba furiosa de ser vulnerable.
Entonces tuve que reconocer que si había llegado al punto de necesitar involucrarme con cualquier individuo de la especie que me demostrara interés... estaba bien frita... Mas me valía retomar unas sesiones de psicoanálisis urgente y anoté eso en mi archivo mental, para los primeros días en Buenos Aires, porque mis treinta y pico me estaban devolviendo una imagen mas vulgar de mi persona, de la que yo quería.
Me aterraba sospechar que pudiese una noche verme al espejo y transformarme, para salir de cacería... Yo no era así. Me había dicho mil veces que el amor existe y simplemente, encuentra.
Ahora estaba descascarándome y una gama de colores nuevos me brotaba en pinceladas imprevistas, que amenazaban difundirse...
Como una olla a presión mi otro yo quería estallar. Mi cuerpo joven de mujer necesitaba calor y alimento y cobijo.
Mi sangre brotaba, erizándome, exudándome con la persistencia de un caudal acorralado...
Victoria me lo había dicho con voces menos crudas. Yo lloraba sal y quería ser labrada. Como un animal hambriento que primero teme y después engulle salvaje, que cuando está saciado observa el plato vacío, saborea los mendrugos en su hocico y se atreve a mirarle los ojos al que le dio de comer... así era yo.
Y él, el que se acercaba con el halago, la palmada en el lomo y el manjar de carnes frescas, los músculos hábiles y la piel tersa...
Y el hambre o la sed no discriminan ni teorizan, antes deben satisfacerse.
de la novela "Menta y quebracho"
rojAmheL
descifrando la naturaleza humana
Me quedé vacía. Él se apoderó de mí y una parte anhelaba negar ese deseo repentino, pero la otra mitad me cuestionaba la cobardía. Me hormigueaba el vacío, como si algún huracán me hubiese volado el interior.
Busqué una silla donde desmoronarme y desde allí oí el murmullo de las voces fiesteras, las risas, la música. Observé los galanteos, los chismes y el ritmo atemporal de esos pueblerinos amigables.
Perdí la noción horaria y espacial. Mi fibra se recuperaba lento, pidiéndome clemencia, porque estaba furiosa de ser vulnerable.
Entonces tuve que reconocer que si había llegado al punto de necesitar involucrarme con cualquier individuo de la especie que me demostrara interés... estaba bien frita... Mas me valía retomar unas sesiones de psicoanálisis urgente y anoté eso en mi archivo mental, para los primeros días en Buenos Aires, porque mis treinta y pico me estaban devolviendo una imagen mas vulgar de mi persona, de la que yo quería.
Me aterraba sospechar que pudiese una noche verme al espejo y transformarme, para salir de cacería... Yo no era así. Me había dicho mil veces que el amor existe y simplemente, encuentra.
Ahora estaba descascarándome y una gama de colores nuevos me brotaba en pinceladas imprevistas, que amenazaban difundirse...
Como una olla a presión mi otro yo quería estallar. Mi cuerpo joven de mujer necesitaba calor y alimento y cobijo.
Mi sangre brotaba, erizándome, exudándome con la persistencia de un caudal acorralado...
Victoria me lo había dicho con voces menos crudas. Yo lloraba sal y quería ser labrada. Como un animal hambriento que primero teme y después engulle salvaje, que cuando está saciado observa el plato vacío, saborea los mendrugos en su hocico y se atreve a mirarle los ojos al que le dio de comer... así era yo.
Y él, el que se acercaba con el halago, la palmada en el lomo y el manjar de carnes frescas, los músculos hábiles y la piel tersa...
Y el hambre o la sed no discriminan ni teorizan, antes deben satisfacerse.
de la novela "Menta y quebracho"
rojAmheL
descifrando la naturaleza humana
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