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cruz del sur

HOY sin descuento

Consumimos lo que somos...
podría parecer el título de un informe bio-sociológico, pero en realidad no es más que una conclusión después de mi última pasada por el súper.

En mi recorrida, voy obviando aquello que no puedo pagar, lo que no me gusta, lo que me hace mal... y el predio colosal del mercado me queda acotado a unos escasos metros cuadrados, con mercancías mínimas de subsistencia.

Abstemia acérrima, le sigo de largo a los alcoholes y resto un quinto del almacén. Gaseosas no bebo y se va otro tanto... Ni golosinas ni dietéticos... Congelados, mejor no. Transgénicos, menos...Carnes, sólo la ración apropiada y si no es roja, mejor... Perfumería, poco o nada. Limpieza, lo de siempre...

Después de tanta oferta, mi carrito se nutre con lo esencial y voy tirando de él todo el trayecto, sabiendo que el mundo se diversifica, saturado de promociones que jamás me interesarán.

Y no sé qué comparación vino a nacer en mi mente mientras recorría las góndolas, pero ahí estabas en alguna de nuestras últimas conversaciones, despertándome una sonrisa agridulce.
Yo te decía que no es fácil dar con quien compartir mis horas, y me sugeriste intentar ver siempre algo bueno en cada persona... Pero el hemisferio de lo posible y lo óptimo rara vez se cruzan y a cada paso hay menos probabilidades de que dos surcos paralelos se vuelvan secantes.

Uno consume lo que es, me dije en voz alta convenciéndome. Y soy quizás demasiado austera, probablemente demasiado exigente, tal vez demasiado básica o seguramente demasiado difícil de convencer...

Entonces, ese ticket de compra a cambio de un billete, se convierte en la transacción más clara de un universo al que no sé consentir.
Exceso de publicidad y escasés de contenido. Apariencias producidas, packaging de última generación y demanda estandarizada...

Sigo con mi canasta de mimbre, los despojos difusos de una naturaleza muerta, me contienen con poco, el hambre y la sed. A mi alrededor la vida gira sin rencores. Los dientes lustrosos hacen juego con el platinado de las tarjetas magnéticas y las voces desentonan a coro el compás eléctrico de una sinfonía celular.

Consumimos lo que somos y somos lo que consumimos.En esta galería del deseo no hay grandes opciones para minoristas de a pie.

Cuando el plástico reemplaza una mirada y las palabras se expiden por cospel...
añoro el olor gastado del sol
el calor de un corazón de barro
y la semilla fresca de la autenticidad.

No compro ni vendo humanidad
ni por una noche, ni por un millón
ni por descarte, sorteo o adjudicación...

Mi soledad rehúye el monopolio. Estoy en quiebra y sin embargo, sólo espero ser y consumir... amor.

rojamhiel

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