momentos
Hay días en que estoy sin estar en todas partes.
Cumplo con mis funciones vitales, mis rutinas, mis obligaciones, pero el alma permanece desdoblada y siente y palpita y vibra, en otra dimensión.
Creo que aprendí a hacer eso cuando era muy chica y me dejaban sin salir por alguna mala nota en la escuela, o me obligaban a asistir a algún evento insoportable.
Después, fui extendiendo la flexibilidad de ese manto virtual a otros espectros, y me escapaba de los sermones aburridos, de las quejas permanentes, de las reuniones de trabajo, de las conversaciones en muchedumbre o de la nada.
Me acuerdo de haber sido un problema para mi madre y alguna vez vistiamos al psicólogo, que la dejó tranquila argumentando mi "normalidad".
Tal vez, lo que nunca dijeron los especialistas, es que la imaginación me salvó de mis fantasmas más crueles, me vio caminar al margen de la alucinación sin tambaleos y me arrojó fuera de las fauces del suicidio.
Seguramente la fantasía es otra cara de la realidad que se resiste a aceptar lo imposible como meta, o quizás es el antídoto que merma la rutina, para que el mundo se vuelva transitable y encontremos una razón palpable para permanecer...
Hay días como hoy, en que no estoy ni soy, en ningún lugar.
mhiel
Cumplo con mis funciones vitales, mis rutinas, mis obligaciones, pero el alma permanece desdoblada y siente y palpita y vibra, en otra dimensión.
Creo que aprendí a hacer eso cuando era muy chica y me dejaban sin salir por alguna mala nota en la escuela, o me obligaban a asistir a algún evento insoportable.
Después, fui extendiendo la flexibilidad de ese manto virtual a otros espectros, y me escapaba de los sermones aburridos, de las quejas permanentes, de las reuniones de trabajo, de las conversaciones en muchedumbre o de la nada.
Me acuerdo de haber sido un problema para mi madre y alguna vez vistiamos al psicólogo, que la dejó tranquila argumentando mi "normalidad".
Tal vez, lo que nunca dijeron los especialistas, es que la imaginación me salvó de mis fantasmas más crueles, me vio caminar al margen de la alucinación sin tambaleos y me arrojó fuera de las fauces del suicidio.
Seguramente la fantasía es otra cara de la realidad que se resiste a aceptar lo imposible como meta, o quizás es el antídoto que merma la rutina, para que el mundo se vuelva transitable y encontremos una razón palpable para permanecer...
Hay días como hoy, en que no estoy ni soy, en ningún lugar.
mhiel
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