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cruz del sur

de perfil

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Nos acomodamos bien. Él dormía arriba, en su cuarto, en su cama, que era la cama de la bisabuela, y que me provocaba escalofrío de sólo pronunciarlo. Yo me apropié del catre, en el entrepiso, pegado al ventiluz, de marcos turquesas y vista a la cumbre... como un sueño...

De día, me llevaba el atril afuera y lo dejaba hundido en sus tableros y cuadrículas. Al anochecer, lo invadía con lienzos, paleta y desorden. Si había pilas, escuchábamos la radio, si no... conversábamos, leíamos o nos silenciábamos. A veces venían amigos de la ciudad; otras, subían los viudos a vernos, o a cambiar unos consejos. La mayoría del tiempo, era soledad bien compartida.

“¿ Por qué volviste? “, me preguntó una noche, los dos sentados en el umbral, llenándonos de luna.
“Porque no había más que hacer en casa...Todo está tan complicado que, o te cagás en dios ...o lo enfrentás con esperanzas de suicida “.

De la seriedad se le corrió una sonrisa. Le brillaba el blanco de los ojos, y los dientes, en la oscuridad sin querosene...

”¿ Es tan malo ser feliz...? Porque yo sí quiero serlo...”.
Me contagió la risa. Me hacía ver con humor el perfil nefasto que me caracterizaba, siempre; lo terminante que podía ser si me lo proponía, y si no...también...

fragmento de la novela "Rojo sacramento"

mhieL

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