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cruz del sur

hombres reales y posibles

Ella sabe que rehúso de las conversaciones chismosas, donde todos hablan y nadie conversa, así que esperó a que los demás se retiraran y me propuso caminar hasta casa. Necesitaba confesarse y le pareció oportuno hacerlo conmigo.

Habló pausado y convencida, con el lenguaje universal de la desilusión, condensada en generosas décadas de experiencia vivida.
"Tengo ganas de disfrutar cada día, Mhel...Estoy harta de los tipos de mi edad y sus conflictos...Creo que hay muy pocos que valgan en proporción a los problemas que causan. Y los que hay.....están infiel y condenadamente casados, se acaban de divorciar y buscan quien les lave, planche y cocine, son tremendos mamarulos...o felizmente gays."

Sonreí sin sorprenderme. No está tan errado el parte de situación ni tan equivocada la pobre. Y digo pobre, porque ella es de esas personas que sí espera enamorarse de nuevo y si fuera posible, volver a soñar con el amor.

Le contesté lo más piadosamente que supe, con otra pregunta que era más bien un consejo. "¿Y si obviaras la cláusula que dice:-de mi edad-?"

Se rió mucho, como cuando éramos chicas y nos descubrían en alguna travesura de esas que no conviene mencionar. Le brillaban los ojos y no pudo esperar para decírmelo. "Estoy saliendo con alguien... de 26. El énfasis en la introducción fue para ver si se te contagia mi optimismo, mujer..."

Me quedó el interrogante, porque no tengo prejuicios para nada con nadie, nunca y sin embargo, los reservo todos juntos para mí.
Supongo que será porque necesito no sentir más culpas.
Supongo que no estoy segura y acarreo tantos miedos que no quiero confesar.

Y sigo haciendo de cuenta que estoy bien,
arrimada a la cornisa
y juego a ser equilibrista
o camino zigzagueante por las brasas
siempre hacia el hombre lejano
etéreo
ausente
ocupado
visceral
o equivocado
como un mal de horizontes imposibles, que me apartan al exilio... de mi sol.

mhiel

2 comentarios

sin pie dad -

ups!

josepomez -

Sí, excepcional
es el resultado
de tu reflexión,
y muy acertado;
cuando en la mañana
recobras el tono
habiendo olvidado
de forma tan sabia
el galán de noche.