balance de un retorno
Ésta semana regresé al trabajo después de quince días de vacaciones de invierno.
Hubo bienvenidas, reencuentros y alguna remota tranquilidad de saber que todo detrás de los muros sigue intacto y cautelosamente vigente.
Pero uno se hace cómplice de sus ideas y acciones cuando tiene tiempo de pensarse. Entonces, es cuando esa tranquilidad aparente se pega a la piel con el peso del plomo y hiede en los poros con la acidez de la cicuta.
Volver,a donde sea y de donde sea, en mi identidad nómade siempre duele inexplicable y debe traslucirse ese vaivén nostálgico en mis ojos que nunca disimulan, ni siquiera por piedad...
"Se te ve cansada..."
"¿Estás triste?"
"Vos no estás bien, Mhel"
Mis compañeros saben pero no comprenden.
Tal vez porque ya no quiero oir lo que tienen para decirme. Tal vez porque me sangra demasiado el discurso de la nada. Tal vez porque están dormidos. Tal vez porque estoy desierta. Tal vez porque ya sea hora, de dejar de soñar...
La escuela es un gran laberinto lleno de elementos testigo. Alguien pone el queso en una orilla y otros alguienes cubren el sendero de trampas.
Pocos muy pocos se atreven a transitar todo el trayecto. Muchos corren a la par sin miramientos y otros temerosos, esperan en los bordes del camino.
Pasadizos, esquinas, techos y el ojo de aumento del saber que observa sin descanso.
Y no estoy ahí, ni estaré.
Existe una salida de emergencia a la rutina, una compuerta que se activa cada día, cuando el último chico de la hilera, se acomoda en el salón...
No es tristeza por el trabajo sino por la hipocresía.
No es cansancio físico sino mental.
No es malestar sino vergüenza.
de que todo cambie y gire y siga
para que nada cambie, jamás.
rojA
Hubo bienvenidas, reencuentros y alguna remota tranquilidad de saber que todo detrás de los muros sigue intacto y cautelosamente vigente.
Pero uno se hace cómplice de sus ideas y acciones cuando tiene tiempo de pensarse. Entonces, es cuando esa tranquilidad aparente se pega a la piel con el peso del plomo y hiede en los poros con la acidez de la cicuta.
Volver,a donde sea y de donde sea, en mi identidad nómade siempre duele inexplicable y debe traslucirse ese vaivén nostálgico en mis ojos que nunca disimulan, ni siquiera por piedad...
"Se te ve cansada..."
"¿Estás triste?"
"Vos no estás bien, Mhel"
Mis compañeros saben pero no comprenden.
Tal vez porque ya no quiero oir lo que tienen para decirme. Tal vez porque me sangra demasiado el discurso de la nada. Tal vez porque están dormidos. Tal vez porque estoy desierta. Tal vez porque ya sea hora, de dejar de soñar...
La escuela es un gran laberinto lleno de elementos testigo. Alguien pone el queso en una orilla y otros alguienes cubren el sendero de trampas.
Pocos muy pocos se atreven a transitar todo el trayecto. Muchos corren a la par sin miramientos y otros temerosos, esperan en los bordes del camino.
Pasadizos, esquinas, techos y el ojo de aumento del saber que observa sin descanso.
Y no estoy ahí, ni estaré.
Existe una salida de emergencia a la rutina, una compuerta que se activa cada día, cuando el último chico de la hilera, se acomoda en el salón...
No es tristeza por el trabajo sino por la hipocresía.
No es cansancio físico sino mental.
No es malestar sino vergüenza.
de que todo cambie y gire y siga
para que nada cambie, jamás.
rojA
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noviembre -