día de huelga y luz
Nunca en mi historial de trabajadora me había sentido tan mal por hacer un paro
. Por el contrario, estuve en las listas negras de otros tiempos, por huelguista. Pero, el río fluye y ya nada es como entonces.
En los días buenos, no era ético promover una jornada de protesta un viernes o un lunes. A ningún gremialista con atisbos de dignidad se le hubiese ocurrido además anexar la lucha a un fin de semana largo.
Demasiado bien pensada la estrategia y la tentación balanceándose desnuda Y es necesario jugar con astucia cuando el débil enfrenta a un coloso.
Valió las pena torcer el brazo a mi conciencia.
En un día como hoy, cualquier manual del buen obrero entendería la excepción al rigor de las reglas.
Anduve suelta por la ciudad, sin prisas yendo y viniendo. Hubo ratos de charlar con amigas, caminar despacio y ver cómo transcurre el paso del vecino, la plaza, el semáforo o el cielo.
Hubo reconciliaciones madre hijo, responder llamados, comulgar con mi espacio y degustar éste y aquel libro abandonado.
Hubo una brisa fría desactivando molotovs en mi cerebro y hubo bienvenidas a una noche, sin venganzas.
Descubrí en la llovizna del asfalto que a veces, sólo a veces deber ser y actuar, se contraponen y se nutren, en un magnífico abrazo
rojA
En los días buenos, no era ético promover una jornada de protesta un viernes o un lunes. A ningún gremialista con atisbos de dignidad se le hubiese ocurrido además anexar la lucha a un fin de semana largo.
Demasiado bien pensada la estrategia y la tentación balanceándose desnuda Y es necesario jugar con astucia cuando el débil enfrenta a un coloso.
Valió las pena torcer el brazo a mi conciencia.
En un día como hoy, cualquier manual del buen obrero entendería la excepción al rigor de las reglas.
Anduve suelta por la ciudad, sin prisas yendo y viniendo. Hubo ratos de charlar con amigas, caminar despacio y ver cómo transcurre el paso del vecino, la plaza, el semáforo o el cielo.
Hubo reconciliaciones madre hijo, responder llamados, comulgar con mi espacio y degustar éste y aquel libro abandonado.
Hubo una brisa fría desactivando molotovs en mi cerebro y hubo bienvenidas a una noche, sin venganzas.
Descubrí en la llovizna del asfalto que a veces, sólo a veces deber ser y actuar, se contraponen y se nutren, en un magnífico abrazo
rojA
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